jueves, 7 de enero de 2021

¿ 23-F A LA AMERICANA?





Desde ayer, todos los telediarios, tertulias de todólogos, especiales desinformativos y demás pesebres políticamente correctos se deshacen en escandalizados aspavientos ante la protesta ciudadana por el pucherazo electoral en las elecciones gringas. 

Los mismos plumillas que miraban para otro lado cuando las afroasilvestradas tribus del BLM destrozaban estatuas, daban palizas y asaltaban centros comerciales, ahora sufren ataques de pánico al ver irrumpir a los votantes estafados en la sacrosanta covachuela de la burocracia.
El monopolio de los grandes medios por parte del lobby judeoprogre no ha servido esta vez para acallar la indignación popular. 
Tampoco sirvió para impedir la derrota de la arpía cornuda a la que la progredumbre daba por vencedora en las elecciones anteriores. 
Que el colosal y multimillonario aparato de propaganda globalista haya fallado en su labor de control social es algo que pone muy nerviosos a los voceros de la élite. 
Lo más divertido ha sido ver a toda la piara mediática española participar de la histeria de sus congéneres yanquis. Todos los basureros televisivos patrios han dejado por un momento su cansina cantinela covidiana y sus habituales genuflexiones ante la banda de Sánchez y el Chepas y se han sumado al coro de horrorizadas damiselas progresistas. 
Los mismos medios que aplaudieron a los CDR destrozando vehículos de la pasma en la asonada secesionista, ahora se horrorizan ante la ruptura de cordones policiales en Washington. 
Personalmente, los aconteceres y quisicosas de los USA me la refanfinflan bastante, aunque no niego que ver la insolente y rebelde bandera confederada paseándose por los despachos de los burócratas es algo que alegra el día. Bien por Dixie. 
La nota triste es el asesinato de manifestantes por parte de las fuerzas del orden establecido. Para estas víctimas no habrá rebaños de apesadumbrados imbéciles arrodillándose. Sus vidas no eran de las que importan. 
Más allá del regocijo ante la histeria progre y la sana envidia de ver a un pueblo indignado asaltar un centro de poder, queda la duda de si, en un país especializado hasta el virtuosismo en la fabricación de montajes de bandera falsa, la cosa no estará amañada para justificar futuras represiones y prohibiciones contra cualquier disidencia frente a la implantación de "nuevas normalidades".
Los que recordamos el falso golpe de Estado del 23 de Febrero de 1981 tenemos una sensación de "dejá vu". 
Hay paralelismos inevitables: la alegría de ver a un puñado de patriotas irrumpiendo en un patio de Monipodio parlamentario, el cachondeo ante el pusilánime acojone de los "representantes de la soberanía popular", la unánime e histérica condena de los medios del pesebre mediático , la demonización de la rebeldía y el patriotismo. 
Todos sabemos para qué sirvió aquello. El valor desinteresado, el patriotismo y el sacrificio de los últimos militares con sentido del honor sirvió para justificar una purga infame en las Fuerzas Armadas y para blindar el corrupto Régimen del 78 contra futuras insurrecciones. 
Desde entonces, la cúpula militar, merced a un perverso proceso de selección inversa, está integrada por los más complacientes y sumisos funcionarios con uniforme que, como mucho, exhiben algún pálido resto de dignidad y patriotismo tras la jubilación. 
Mucho me temo que lo de las protestas gringas haya sido cortado con el mismo patrón para obtener un resultado similar. 

J.L. Antonaya