La Policía, a pesar de su brutalidad prepotente, no ha podido impedir que entonásemos el Cara al Sol en la concentración de homenaje a José Antonio en este infausto día en el que ha sido profanada su tumba en el Valle de los Caídos.
Martín Ynestrillas, bravo como siempre, ha sido detenido por su valentía enfrentándose a los esbirros del Sistema. Afortunadamente, la generosa y eficaz asistencia jurídica del gran Nacho Menéndez, ha conseguido que ya esté en libertad junto a otros dos jóvenes camaradas que también habían sido apresados.
La jornada de hoy ha dejado claras varias cosas:
La "vía legal" para oponernos a la vileza revanchista y a la persecución desencadenada por la banda de Sánchez es un camino inútil y estéril.
Ante un enemigo cuya objetivo es borrar y manipular nuestra Historia y que aspira a nuestra completa aniquilación, no se puede contemporizar. La unidad de acción y la respuesta decidida en la calle son las únicas actitudes dignas en esta época oscura.
No hay que fiarse de las togas ni de las sotanas. Ni de un poder judicial totalmente mediatizado por la política, ni de una clerigalla cobarde, ruin y mezquina que no ha movido un solo dedo por defender el lugar sagrado en el que reposaba un católico como José Antonio o un Jefe de Estado al que la Iglesia española le debe tantos favores, prebendas y su misma supervivencia.
La Conferencia Episcopal, ese sanedrín hediondo, ya manifestó que "no tiene nada que decir" ante un acto tan repugnante como el que hoy ha cometido la banda de Sánchez. Los nacionalsindicalistas tampoco tendremos "nada que decir" cuando la piara progre corra a gorrazos a los obispos.
En la agenda siniestra de la banda monclovita, el siguiente paso es ilegalizar cualquier organización patriota que les recuerde los crímenes cometidos por los antecesores ideológicos de la actual casta dirigente.
No debemos esperar cuartel ni, en su momento, darlo.
Vivimos un tiempo siniestro y nos espera un tiempo peor. Hoy no tenemos capacidad para devolver los golpes o vengar las afrentas, pero tampoco debemos perder la esperanza. El enemigo tiene todo, menos la razón.
Hoy ha sido un día de luto, de indignación y de asco ante la perfidia enemiga, pero también ha sido un día de esperanza. El hecho de que, a pesar de la indiferencia sumisa y gregaria de gran parte del pueblo español, a pesar del desmedido despliegue policial y de la falaz y sectaria cobertura mediática, haya todavía españoles que no tenemos miedo a plantar cara a la infamia y sus esbirros, es una muestra de que, unidos y decididos, seguimos siendo una piedra en el zapato del poder.
Hoy es el día en el que, con nuestra actitud, le hemos dicho a los revanchistas lo mismo que le contesté a un conocido, simpatizante del PSOE, cuando celebraba con chanzas nuestra inminente ilegalización: "No te las prometas tan felices: La última vez que la Falange fue ilegalizada terminó ganando una guerra".
J.L. Antonaya