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Todos los telediarios abrieron con la misma noticia: Un estudio científico de la Universidad de Miskatonic demostraba de forma concluyente que llevar insertada analmente una zanahoria (Dacus Carota) inmuniza contra el omnipresente virus que desde hace años aterroriza a la Humanidad.
Tras el bombazo informativo, las cadenas de televisión empezaron a emitir programas especiales sobre el hallazgo.
En "La Hora de Fuencisla", el magacín matutino de más audiencia en el Emirato Feminista y Multicultural de Nueva Alándalus, la popular presentadora entrevistaba a una actriz porno que aseguraba que, por motivos profesionales, llevaba tiempo practicando la innovadora medida sanitaria y se mostraba muy contenta de su recién adquirida condición de experta viróloga.
En algunos de los más populares concursos de cocineros, sus responsables afirmaban que ellos ya tenían conocimiento de las propiedades antivíricas de la zanahoria y practicaban su inserción anal antes de su cocción, esferificación y emplatado.
A las pocas horas, las acciones de M.I.E.R.D.A. subieron como la espuma.
M.I.E.R.D.A. (Monopolio Internacional Ecológico de Redistribución Democrática de Alimentos) era el holding multinacional que acaparaba el ochenta por ciento del mercado alimentario mundial.
Había sido creado por la fusión de las empresas agrícolas de la Fundación Gates, los Laboratorios de Mutación Genética de Monsanto, las Granjas Extensivas del Ministerio de Agricultura chino y las Oenegés Veganas de la Nueva Iglesia Transexual de Soros.
La ONU había dotado a M.I.E.R.D.A. del rango de organismo internacional y lo había integrado en el Consejo Rector del Nuevo Orden Mundial junto a otras multinacionales como el Fondo Monetario Internacional, el Vaticano, Open Society o el Bank of America.
Pedro Ovejero, Director General de la División Mediterráneo Occidental de M.I.E.RD.A. con sede en Ciudad Real (Emirato Feminista y Multicultural de Nueva Alándalus) conectó su ordenador por videollamada con la Sede Central en Ohio.
Tras las notas iniciales del reguetón que había sustituido como flamante Himno Planetario a los obsoletos himnos nacionales de la época precovidiana, el logotipo arcoiris de M.I.E.R.D.A. llenó la pantalla con sus alegres colores. El emblema fue desapareciendo lenta y elegantemente para dar paso a la cara regordeta de la Secretaria Personal del CEO.
-¿Qué coño quiere usted? – la voz de la oronda Secretaria era reglamentariamente chillona y desagradable de acuerdo con la moda imperante desde que la Academia Feminista Planetaria había declarado la cortesía y los buenos modales como lamentables rémoras del heteropatriarcado.
-¿Está el Director General? Que se ponga – respondió Ovejero con exquisita grosería. No quería parecer sospechoso de machismo y temía que se le escapara alguna muestra de cortesía que arruinase su reputación.
-Jódase y espere -respondió educadamente la Secretaria mientras transfería la videollamada.
Por fin, el rostro miope y pecoso del gran CEO apareció en pantalla. No dijo nada y esperó a que hablase Ovejero.
J.L. Antonaya