jueves, 4 de abril de 2019

EL CLERO DIALOGANTE Y LOS MATONCITOS DEL ARCO IRIS





Ayer, un grupo de activistas aparentemente homosexuales irrumpió chillando en la Catedral de Alcalá con su estridente profusión de banderas arcoíris y su habitual actitud insultante. Todo muy democrático y preelectoral. Al parecer, el conjunto de chiringuitos, colectivos, pesebres y negociados que componen el lobby LGTB ha señalado como objeto de sus campañas al obispo de la zona al que atribuyen algún tipo de ofensa a dicho entramado propagandístico. Y han enviado a un retén de perroflautas pretendidamente monfloritas a liarla. Cosas de la campaña electoral.
Cuando uno recuerda las cada vez más rastreras genuflexiones de la jerarquía eclesiástica para congraciarse con la nueva inquisición progre es inevitable reflexionar sobre lo poco efectivo de la política de imagen del clero patrio. El Día del Orgullo Gay incluso decoraron con banderitas arcoíris alguna de las iglesias más castizas de Madrid. Pues ni aún así. Cuando no son las Femen cagándose y meándose en la Almudena, son los chaperos de Alcalá vociferando en la Catedral, alguna exposición “artística” cachondeándose de las imágenes del culto católico o cualquier otra de las habituales muestras de libertad de expresión progre.
La ideología de género no da cuartel. Y es normal que así sea. En las guerras de religión no hay lugar para la tregua o la componenda. Y el conjunto de dogmas que financian generosamente Soros y sus secuaces de la oligarquía financiera – ideología de género, multiculturalismo, aborto, etc…- es una nueva religión tan intransigente y fanática como cualquier monoteísmo que se precie.
Los acomodaticios y dialogantes voceros de la conferencia episcopal deberían reflexionar sobre la razón de que los chillones activistas subvencionados por Soros no tengan ningún problema en montar su carnaval en los templos católicos pero ni se les pase por la cabeza hacer lo mismo en una mezquita.
Y no es sólo por la reglamentaria endofobia del rojerío, sino porque saben que los mojamés no se andan con remilgos a la hora de defender sus creencias.