viernes, 15 de noviembre de 2019

LA JUSTICIA ES UNA PUTA BARATA Y COMPLACIENTE.

 Una de las muchas supersticiones en las que se basa el agonizante régimen político  actual consiste en considerar a los jueces una especie de sabios infalibles y buenos que se encuentran moralmente muy por encima de las banderías, sectarismos y bajas pasiones de los simples mortales.
 Somos, según los demócratas, un ejemplar e idílico "Estado de Derecho", lo que significa que es un pecado gravisimo dudar de la bonhomía de esta casta sacerdotal cuyo mérito más notorio es haber aprobado una oposición. 
Cuando uno se para a pensar que individuos como Baltasar Garzón o Manuela Carmena, han pertenecido a este sacrosanto colectivo se comprende que este gremio , poniéndose la venda antes de la pedrada,  se proteja con acusaciones de desacato y otros anatemas contra cualquier crítica a sus decisiones.
Hace años, hubo un político que armó cierto revuelo mediático por afirmar que la Justicia en España es un cachondeo. El sanedrín democrático se rasgó farisaicamente las vestiduras ante tamaña blasfemia. 
Siempre he creído que se quedó corto. 
La Justicia en España condenó a un español a más de veinte años por defender su vida frente al ataque de una jauría antifascista. 
Y la misma Justicia considera que el asesinato a sangre fría y por la espalda de un español a manos de un saco de mierda que se sintió ofendido por los tirantes rojo y gualda de la víctima es un "homicidio imprudente" . Y el juez ni siquiera se sonroja. 
Los jueces, como cualquier casta sacerdotal, tienen una habilidad camaleonica y un sexto sentido para elegir las mejores genuflexiones, alcahueterías y felaciones para congraciarse con los políticos. Y ahora han venteado aires de checa y caza del fascista en el ambiente.
La Justicia en España no es un cachondeo sino un estercolero.