sábado, 15 de febrero de 2020

FRANCO GOES TO HOLLYWOOD


No, no es que la gran fábrica de sueños y mentiras vaya a hacer ningún "biopic" sobre el Caudillo. Ni que ninguna banda pop esté preparando un mix de "Relax" y "El novio de la muerte". Me refiero al nuevo antifranquismo de los pijoflautas de iphone y careto del Che, "millenials" de baba, "hipsters" ágrafos, feministas de berrinche y demás analfabetos funcionales que sustentan con su voto a la banda de Sánchez.
Estos damnificados de la LOGSE tienen una idea sobre el próximamente innombrable estadista muy parecida a la que sobre Adolf Hitler ha forjado la cosa nostra nariguda que controla, censura y mangonea el tinglado cinematográfico judiwoodense. El globalismo ha llegado también al imaginario colectivo de los tontospolla sin fronteras.
 La industria del ocio teledirigido ha conseguido que la idea de los aldeanos globales sobre el Nacionalsocialismo sea una mezcla entre película de terror, melodrama lacrimógeno y episodio de James Bond. 
Para el ciudadano/espectador medio - medio lelo- troquelado por el Pensamiento Único, Hitler es una mezcla de Goldfinger, Fredy Kruger, Conde Drácula y Satanás de baratillo. Da igual que la gran mayoría de los que aplaudieron en los estrenos de "El listillo de Schlinder", "Sonrisas y vómitos", "La mentira es bella" o "El diario de Ana Frankestein" no tengan ni siquiera una idea aproximada sobre el marco histórico y principios elementales nacionalsocialistas.  Lo importante es que, como perrillas de Pavlov, sepan reaccionar adecuadamente a estímulos simples y muevan el rabo cuando se les dice "antifascismo", ladren cuando oigan "nazi" y gimoteen cuando escuchen "Auschwitz".
Este modelo de ingeniería social es el que la banda del asaltatumbas monclovita y sus palmeros separatistas y unidospodemas quieren aplicar a la memoria de Franco. Y en ello están.
Sus chapuceras leyes del odio, memorias histéricas y demás proclamas revanchistas pretenden imitar aquella criminal represión y caza de brujas que se cebó con la población alemana tras la derrota y que llamaron "desnazificación".
La banda de Sánchez quiere una "desfranquificación" sobre un franquismo sociológico que dejó de existir en los setenta. Quiere ganar una guerra civil de la que, en su ignorancia endémica desconoce hasta sus datos más elementales. Quiere dotar de legitimidad a una Segunda República que confunde con la Primera. 
Quieren convertir al Caudillo y a su obra en una historieta cuyo parecido con la realidad es pura coincidencia.

J.L. Antonaya