jueves, 12 de marzo de 2020

EL CORONAVIRUS Y LAS DOS CARAS DEL JANO PROGRE.


En la antigua Roma era costumbre que, en tiempos de guerra o tribulación, permaneciesen abiertas las puertas del templo de Jano, el dios bifronte, para que intercediera por los destinos de la Ciudad Eterna.

Curioso dios este Jano con sus dos caras que, aunque en principio se supone que representa la capacidad divina de ver simultáneamente el pasado y el futuro, es inevitable asociar a esa tendencia posmoderna que anticipó Orwell con su concepto de "doblepensar" y que tan bien refleja la mentalidad, argucias y birlibirloques dialécticos del dogma progre,

Consiste este "doblepensar" en afirmar una cosa y la contraria con igual vehemencia y en creer, simultáneamente, en ambas.

Son ya tópicos los ejemplos que ilustran esto:

- Para la ortodoxia del Pensamiento Único Políticamente Correcto, verbigracia, las razas humanas no existen. Cualquier listillo pijiprogre os ilustrará sobre el asunto diciendo que las razas son una construcción cultural y que, a pesar de su aspecto simiesco, una aborigen australiana es igual genéticamente que Mónica Bellucci. Sin embargo, toda la dialéctica progre se centra en atacar la cultura, tradiciones, sociedad e incluso la existencia del hombre blanco.Un negro o un moro pueden decir que están orgulloso de su raza y de su cultura y serán aplaudidos por el rebaño políticamente correcto. Pero si un europeo osa afirmar algo parecido, será tachado inmediatamente de nazi, racista, fascista, etc...

-El dogma progre-feminista -cada vez más asfixiante y omnipresente- defiende, teóricamente, la igualdad entre la mujer y el hombre, pero a la vez exige e impone medidas claramente discriminatorias contra el varón (distintos baremos en las pruebas físicas de admisión para ciertas profesiones, cuotas obligatorias en ciertos puestos en los que, en lugar de valorarse la capacidad para desempeñar el mismo, éste se adjudica simplemente por el hecho de ser hembra, etc...) Estas medidas de discriminación no se detienen ante principios fundamentales de nuestro Derecho como la igualdad ante la ley o la presunción de inocencia, claramente derogados de hecho por leyes como la llamada de "violencia de género". 

El progre del siglo XXI está acostumbrado a "doblepensar" dócilmente al toque de silbato del Soros, Kalergi o Rockefeller de turno. Por eso no le extraña que mientras se afirma que el coronavirus es una simple gripe sin demasiadas importancia, se tomen medidas dignas del más truculento apocalipsis zombi como el aislamiento forzado de infectados, la construcción de hospitales en tiempo récord o el cierre de colegios, tiendas, universidades, etc...

Tampoco le extraña que, ante una epidemia que, según algunos, ataca sobre todo a personas ancianas, una de las medidas de prevención sea cerrar las guarderías para que los niños, portadores potenciales, pasen el día con sus abuelos.

En las telebasuras, radiomierdas y demás medios de desinformación, aparecen unos improbables "científicos expertos" que aparentemente pretenden evitar la histeria colectiva y que, normalmente, producen el efecto contrario.

Y todo esto nos pilla con un sujeto en la Presidencia del Gobierno que afirmó, en repetidas ocasiones, que jamás pactaría con separatistas o podemeros. 

Todo muy tranquilizador.

J.L. Antonaya