miércoles, 8 de abril de 2020

EL CONSUELO DE LA TRANQUILIDAD

Es un alivio saber que estamos en manos de gobernantes sabios, buenos y desinteresados. Y que nuestros periodistas son, como es sabido, un ejemplo de imparcialidad, honradez y ética profesional insobornable. Un alivio que te cagas.

Porque asusta lo que harían con los draconianos recortes a nuestra libertad que, por culpa del coronavirus padecemos y padeceremos si, en lugar de por estos santos varones y sapientísimas hembras, estuviésemos gobernados por alguna jauría de estafadores resentidos y sectarios como dicen que pasa en algunos países remotos.
 Y si en vez de los cultísimos periodistas y comentaristas políticos que nos ilustran, informan y deleitan en los telediarios, hubiera una secta de intoxicadores, chonis, analfabetos y desinformadores dirigiendo nuestros ejemplares medios de comunicación. Es que acojona pensarlo. 
Dicen que el siguiente paso en la eficacísima gestión gubernamental de la pandemia va a ser realizar algunos miles de test aleatorios para poder internar en hoteles/lazareto a los que, aún sin síntomas, pudieran estar infectados. 
A mí me tranquiliza mucho que sean aleatorios, la verdad. Porque asusta imaginar lo que un Gobierno que no tuviera la bondad y exquisita neutralidad del que preside el Doctor Sánchez pudiera hacer si se le presentase una oportunidad así. 
Poder internar en campos de concentración a disidentes y críticos sin tener que dar demasiadas explicaciones es una tentación que un Gobierno sin la rectitud moral del nuestro difícilmente resistiría. 

J. L. Antonaya