jueves, 9 de julio de 2020

CUARENTA Y DOS AÑOS SIN ALFONSO PASO.


Mañana 10 de Julio hará cuarenta y dos años que murió Alfonso Paso. 
Si en lugar de ser el más prolífico y genial dramaturgo del siglo XX, hubiera sido un mediocre juntaletras de los que abundan en la cochiquera progre, hoy esa sonrojante cuadrilla de horteras subvencionados que pasan por ser los representantes de la cultura oficial le homenajearían con su media lengua y desempolvarían los más sobados tópicos para elogiar unas obras que nunca leyeron.
Si las obras de Paso, en lugar de ser las agudas y sonrientes comedias que escondían bajo su aparente frivolidad las más descarnadas críticas a la mediocridad burguesa, hubieran sido los soporíferos y engolados panfletos del aburridísimo y cutre discurso con el que los progres barnizan de pedantería su pesadez, hoy su nombre designaría centros de enseñanza, cátedras universitarias y premios de teatro.
Si Alfonso Paso, en lugar de ser un español cabal, digno y orgulloso de su criterio moral, hubiera sido un acomodaticio tiralevitas de los que publican libros financiados por diputaciones, ayuntamientos y demás chiringuitos de la garbancería oficial, hoy bautizarían con su nombre calles y plazas.
Afortunadamente, el nombre de Alfonso Paso no será ensuciado por la vulgaridad de los homenajes oficiales. El sectarismo y el resentimiento de los que han proscrito su memoria y su obra le han librado de juntarse con los figurones, soplagaitas, cursis y paletos de la nómina cultural políticamente correcta.
Alfonso Paso no necesita de dudosos avales oficiales para formar parte, por derecho propio, de la historia del teatro universal. 
Tengo la fortuna de conocer de primera mano la nobleza y la valentía de su estirpe. Y estoy seguro de que hoy, desde su lucero, Alfonso Paso ilumina con su eterna sonrisa el modesto homenaje que, desde la disidencia política y cultural, le dedicamos los que sabemos que, cuando dentro de muchos años nadie recuerde los nombres de los que hoy censuran su memoria y vetan sus obras, el nombre de Alfonso Paso seguirá formando parte de la historia inmortal de nuestras letras.

J.L. Antonaya