viernes, 3 de junio de 2022

ADIÓS AL BOLETÍN DE LOS DÍAS DEL COSCORRÓN.


Me entero, con tristeza, de que el diario digital El Cadenazo, en el que tuve el honor de colaborar desde su fundación hasta el año 2019, cierra sus puertas.

 El periódico creado por la ACIMJI (Asociación Cultural In Memoriam Juan Ignacio) llegó a ser la publicación más importante del área patriota en España y eso a pesar del boicot al que lo sometieron proyectos entonces en boga y hoy fenecidos que, desde cierto complejo de inferioridad, consideraron competencia a lo que debería haber sido complemento y apoyo. 

Pero eso, lamentablemente, forma parte de las quisicosas de nuestro ambiente, capaz, al mismo tiempo, de crear los proyectos más ilusionantes y de descender a las más necias chinchorrerías.

El Cadenazo, sin embargo, supo sobrevivir, a base de tesón, calidad literaria y trabajo, a todas las envidias, zancadillas y puñaladas traperas. 

Pero a lo que no ha podido sobrevivir es al cáncer color pistacho de la disidencia controlada. Cáncer creado para reconducir al redil constitucional  a la creciente masa de españoles descontentos con el timo del Régimen del 78.

El Cadenazo tuvo desde su nacimiento un talón de Aquiles: una ingenua manga ancha que permitía publicar a casi cualquiera que lo pretendiera sin ningún tipo de filtro sobre su habilidad redactando (lo que no tiene en principio demasiada importancia), ni sobre (lo que es más grave)  la formación política de algunos firmantes. Y la ausencia de una línea editorial definida condujo, inevitablemente, al camino del batiburrillo.

Se dio el caso de que junto a firmas de camaradas con sólida formación e indudable talento como El Cenizo o el propio López Larrea, aparecieron otros textos en los que empezó a menudear cierto patrioterismo de brocha gorda con los que la purrela voxera aprovechó para colar su mercancía averiada.

Antes de que Vox se revelase como la gusanera liberal, monárquica y prosionista que ha resultado ser, hubo muchos camaradas y "afines" que le compraron la moto. Y dejaron que algún majadero de los suyos publicase sus memeces y su mal estilo en el mismísimo Cadenazo. 

Lo demás es historia. 

Triste y lamentable historia que debe servir para que no volvamos a tropezar otra vez con la misma piedra y para que nadie se deje seducir por la próxima "palmadita derechoide" de los plagiadores de nuestros lemas.

A pesar de este triste final, lo que nadie podrá quitarle al viejo Cadenazo es el mérito de haber sido, durante una década, la referencia ineludible de la disidencia patriota en España.


J.L. Antonaya