viernes, 11 de agosto de 2023

LEYENDAS DE TIEMPOS REMOTOS


Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. 
Porque, claro, sois muy jóvenes y no lo habéis conocido, pero hubo una época lejana en la que la tele no nos hacía sentir culpables de que en verano haga calor o de que en invierno haga frío. 
Un tiempo remoto en el que los periodistas podían distinguirse a veces  de los charlatanes de feria, de los comisarios políticos y de los lameculos del poder. 
Un tiempo en el que los imbéciles no empezaban siempre sus discursos diciendo "todos y todas". 
En aquellos días - no lo vais a creer- había anuncios de la tele en los que salían heterosexuales blancos.
Era un tiempo en el que los telediarios no eran necesariamente panfletos de propaganda globalista.
 Una época en la que no era obligatorio como ahora declararse constantemente feminista, antirracista, proinmigración o tontopolla en general. 
Un tiempo en el que decir que un hombre nace hombre y no se convierte mágicamente en mujer por ponerse un vestidito -o por cortarse los huevos- no era motivo de escándalo. 
Un tiempo en el que la disidencia frente al Pensamiento Único Oficial no era delito.
 En aquella época lejana se podía amar, odiar, opinar y protestar sin que hubiera Policías del Pensamiento acusándote de algún terrible pecado terminado en "fobia".
Era un tiempo en el que no se profanaban las tumbas de los héroes y los mártires. 
En el que los terroristas separatistas no ocupaban escaños sino celdas. 
En aquella época remota,  los políticos no siempre eran mamporreros obedientes de los banqueros, de los oligarcas y de los hijos de puta que se reúnen en foros económicos mundiales y en bilderbergs para imponernos sus delirantes agendas, su neolengua ridícula, sus dogmas aberrantes y su globalismo usurero y explotador. 
Aquellos instantes se perderán para siempre como lágrimas en la lluvia o como un pedo en un huracán.
J. L. Antonaya