miércoles, 21 de agosto de 2024

LA PESADILLA DE LOS CHARLATANES



Hace tiempo que, ante cualquier hecho criminal ocurrido en España, los medios de desinformación ocultan sistemáticamente la nacionalidad de los criminales salvo que sean españoles.
Hace tiempo que, salvo rarísimas excepciones, los periodistas son simples loros de repetición de las mentiras, dogmas y consignas del Globalismo más repugnante y políticamente correcto. En la pasada plandemia pudo comprobarse que el terrorismo informativo fue una pieza clave para mantener asustada y sumisa a la población.
Hace tiempo que, en España, estamos acostumbrados a que los individuos más rastreros, mentirosos, vulgares, chabacanos y sinvergüenzas sean los que tengan el altavoz mediático más potente. 
Pero en el caso del crimen de Mocejón, los esfuerzos histéricos para darnos gato por liebre y para presentar como español al asesino rozan lo surrealista. 
Todos los púlpitos mediáticos oficiales nos machacan cansinamente para convencernos de que una rana nacida en una pecera es, en realidad, un pez.
El que la gusanera progre esté tan nerviosa es porque teme que en España haya una movilización social como la que se ha desarrollado en Inglaterra por unos infanticidios similares.
Y es que, por muy aborregada que esté todavía gran parte de la población española, hasta los más tontos empiezan a darse cuenta de la relación - cada vez más difícil de ocultar- entre la invasión migratoria y el espectacular aumento de la criminalidad. 
Estamos a un paso del punto de saturación frente a las milongas buenistas y endófobas. 
Y es normal que muchos de los gurús y oráculos de la progrez empiecen a tener terribles pesadillas con imágenes de tertulianos telebasurientos, marisabidillas feministoides y directores de informativos colgando por racimos de las farolas de nuestras calles. Por mentirosos y manipuladores.

                                                                                  J. L. Antonaya