Hasta los periodistas-ladilla más apesebrados, las furcias mediáticas más marisabidillas, los todólogos más dúctiles y las tertulias de telebasura más chabacanas empiezan a reconocer, aún a regañadientes, que el Patio de Monipodio que nos impusieron en 1978 con ese gran tocomocho al que llamaron Transición, es un sistema insostenible.
Y no sólo por Pedro Sánchez y su banda de ladrones, puteros y charochonis. Ni por la cara B de la misma mafia globalista pastoreada por Feijóo y sus mariachis . Ni por la falsa izquierda "woke" (Podemos, Sumemos, Trinquemos...). Ni por la verdosa derechita "valiente", folclórica, sionista y chocarrera que cada día da más asco y vergüenza ajena. Ni por las diversas bandas separatistas que llevan décadas convirtiendo en una rentable extorsión su odio a España.
El problema no es que los partidos sean mafias cada vez más obscenas. El problema es que hicieron creer a los españoles que esas bandas de parásitos indeseables llamadas partidos políticos son cauces de representación de la voluntad popular.
El problema no es que tengamos un Jefe de Estado que encajaría mejor en la pista de un circo que en la Jefatura de nuestras Fuerzas Armadas. O que esas Fuerzas Armadas hayan pasado de ser los Ejércitos de España a una oenegé cipaya auxiliar del otanismo.
El problema es que durante décadas han hecho creer a los españoles que esas chabacanerías anacrónicas montadas en torno a la monarquía parlamentaria/parasitaria son manifestaciones de patriotismo.
Las marujas de derechas aplauden en los desfiles y manifestaciones ondeando el escudito borbónico y creen que sus trasnochados vítores al rey, a la Constitución y a la puta que los parió son una muestra de rechazo a la corrupción sistémica. Son la versión duchada y perfumada de las mononeuronales charos de pelo morado que piropean al asaltatumbas monclovita creyendo que así frenan a una fantasmagórica "ultraderecha". Dos manifestaciones del mismo imperio de la braga hooligan que sustenta el sistema "que-todos-los-españoles-nos-hemos-dado".
Y mientras, la casa sin barrer, los jóvenes españoles sin futuro, la morisma subvencionada robando, violando y acaparando ayudas sociales, la banca ganando más pasta que nunca, la Iglesia fomentando la invasión migratoria y mirando hacia otro lado ante las profanaciones de tumbas no vaya a ser que les quiten la subvención. (La única cruz que preocupa a la clerigalla no es la del Valle de los Caídos sino la de la declaración de la renta). Y así todo.
A los pocos españoles que integramos la disidencia política - el mundillo, el búnker, el palo, el área...- nos queda la agridulce satisfacción de poder gritarle en la cara al rebaño políticamente correcto que teníamos razón. Siempre la tuvimos.
Llevábamos razón cuando decíamos que la Constitución de 1978 es una chapuza infame que sólo sirve como pretexto para que las diversas bandas mafiosas (políticas, financieras, masónicas, internacionalistas...) se repartan España como botín.
Vale ¿y ahora qué? Cada vez es más fácil ponerse de acuerdo en reconocer que la partitocracia, las taifas autonómicas, la rapacidad bancaria, la monarquía inane, la corrupción institucional, la prensa pesebrera y el Régimen del 78 en general son una basura hedionda.
Lo complicado es delimitar el régimen que debe sustituir al actual. Lo complicado es no caer en interminables y estériles debates bizantinos sobre purismos ideológicos, estrategias políticas y luchas de egos entre las variopintas cabezas de ratón de un área política atomizada y sin altavoz mediático.
Quizá no sería tan mala idea ir estableciendo unos puntos mínimos innegociables para la consolidación de una alternativa patriota y revolucionaria. A bote pronto se me ocurren unos cuantos:
- Recuperación de nuestra soberanía económica y militar: Salida inmediata de la OTAN y de la UE.
- Recuperación de nuestra soberanía energética y, por lo tanto, industrial: Creación de un programa nuclear con la construcción de nuevas centrales y abandono de cualquier agenda internacional basada en el alarmismo climático.
- Creación de un Servicio Nacional de Crédito que libere a los trabajadores y a los pequeños empresarios del sometimiento a la Usura bancaria.
- Sustitución de la representación política basada en partidos por una representación orgánica, sindical y municipal.
- Expulsión inmediata de todos los inmigrantes ilegales y cierre de nuestras fronteras a la inmigración de cualquier procedencia mientras haya un solo español en paro.
- Creación de una política internacional basada en nuestros intereses en lugar del actual sometimiento al bloque anglosionista. Establecimiento de lazos comerciales con países emergentes como los BRICS para fortalecer un mundo multipolar de naciones soberanas. Ruptura de relaciones diplomáticas con entes sionistas y genocidas. Fortalecimiento de nuestras fronteras, sobre todo con las de nuestro potencial enemigo del sur.
- Derogación de la monarquía. Proclamación de una República Social y Nacional.
- Unificación y depuración de la Administración estatal. Sustitución del corrupto y antinacional modelo autonómico por un sistema eficaz, ágil y económico.
- Etc.
En cualquier singladura, tan importante es saber de dónde queremos partir como definir a dónde queremos llegar.
J.L. Antonaya