No es que, como decíamos hace
poco, los de Vox vayan enseñando la patita con las purgas en sus listas
electorales teledirigidas por los lobbys julandrones o sionistas, con sus
sonrojantes shows discotequeros o con sus aspaventeras devociones
constitucionalistas y monárquicas; es que exhiben ostentosamente la pezuña
hipertrofiada y hedionda del liberalismo más antisocial cada vez que abren la
boca.
La última ha sido la
presentación de sus propuestas económicas en cierto club de campo o círculo de
latifundistas sevillanos. En esta presentación se ha defendido abiertamente la
privatización del Sistema de Pensiones, el aumento de la edad de jubilación y
toda una serie de perlas por el estilo. Por mucha banderita que les guste
exhibir, los pistachos son asilvestrados defensores del capitalismo más
internacionalista y globalizador.
A pesar de que la piara progre
los califique de fascistas- al fin y al cabo, los guarros llaman fascista a
cualquiera que no les rinda pleitesía- los de la derechona verde están más
cerca del Tea Party o de Trump que de cualquier postura lejanamente relacionada
con el patriotismo social.
Si, a pesar de todo, aún hay
quien sigue considerándolos “mal menor” es que no quiere ver lo evidente.
Que nadie me venga con la monserga de que no son el enemigo.