martes, 2 de abril de 2019

MALVINAS. LA DIGNIDAD.



Cuando Argentina recuperó las Malvinas en España sentimos una sana envidia. Que un pueblo hispánico, humillado como nosotros por la insolencia británica, tuviera los arrestos de tomar las armas contra el invasor nos llenó de alegría.
Lamentablemente, el Gobierno español de entonces ya era, como ahora, un títere al servicio de intereses extraños y ni siquiera tuvo valor para apoyar en la ONU al pueblo hermano. España se abstuvo vergonzosamente en la votación. Italia, en cambio, sí que apoyó a los argentinos. En una de las manifestaciones de la Plaza de Mayo, una pancarta que exhibían los patriotas argentinos rezaba: “Viva la Madre Patria… italiana” Si el agonizante y cobarde gobierno de la UCD o el campechano y corrupto monarca de entonces hubieran tenido algún sentido de la vergüenza, leer esa pancarta les hubiera hecho sonrojar. No todo fue ignominia. Desde los partidos patriotas se apoyó a Argentina e incluso hubo banderines de enganche para ir a combatir contra el inglés. Recuerdo las octavillas que, firmadas por Fuerza Nueva o por FE -JONS, decían “MALVINAS ARGENTINAS. GIBRALTAR ESPAÑOL. SI LOS POLÍTICOS TIENEN MIEDO, EL PUEBLO DE ESPAÑA, NO.” Hoy, cuando se conmemora la recuperación de Malvinas y se rinde culto a los que cayeron, tanto Argentina como España se enfrentan a la mayor ofensiva del globalismo en sus distintas y aberrantes vertientes (liberalismo económico, feminismo, ideología de género, multiculturalismo…) La defensa de la soberanía nacional vuelve a ser, ahora como entonces, la única respuesta posible de los pueblos que luchan por mantener su libertad y su dignidad.