lunes, 6 de enero de 2020

EL CUENTO DE LA SOSPECHA (microrrelato)


Aquel año, el niño empezó a sospechar que había algo de falso en la fábula mil veces oída.
 Hasta ese momento la había aceptado como algo indiscutido e indiscutible. Bien es cierto que siempre le había llamado la atención que, cuando se hablaba del asunto, hasta los que habitualmente se mostraban más analíticos con cualquier aserto de los grandes medios, aceptaban sin rechistar los tópicos ramplones y las contradictorias explicaciones del sobado mito.
Le mosqueaba que los polemistas más gritones de las tertulias televisivas, esos pedantes a los que les gusta alardear de cierto escepticismo cínico al tocar cualquier tema para sentirse superiores a las adocenadas opiniones del vulgo se tragaran, sin embargo, el consabido y cansino cuento con sospechosa unanimidad.
La sospecha fue creciendo al darse cuenta de que todo, absolutamente todo, podía ser cuestionado e incluso negado (la redondez de la Tierra, la invasión musulmana de España, la llegada del hombre a la Luna...) Todo, menos el condenado mito.
Se empezó a dar cuenta de que, más que una leyenda, el asunto se empezaba a parecer a un dogma religioso.  
Cuando se enteró de que era delito investigar sobre el asunto, la sospecha se convirtió en certeza.

J.L. Antonaya

Dedicado a Úrsula Haverbeck y a todos los perseguidos por la Inquisición del Pensamiento Único.