jueves, 6 de agosto de 2020

PORKY NO ESTÁ, PORKY SE FUE...

  
  En la mejor tradición borbónica, Porky I el Campechano se ha marchado a disfrutar de su botín de 1800 millones de euros en algún paraíso fiscal. 
   Lo curioso es ver las reacciones de la fauna política ante la espantá. 

   Por un lado, la progrez ha pasado de bloquear parlamentariamente cualquier investigación sobre los turbios negocios del borbón, a celebrar su huida como una victoria. 
   Por otro, la derecha más mongola y casposa llora amargamente y quita importancia al latrocinio. Sin sonrojarse ni siquiera un poco, agradecen al heredero del Caudillo los servicios prestados. Sólo les ha faltado desempolvar el grito de "¡Vivan las caenas!" con el que fue celebrada la vuelta del retatarabuelo del emérito, tan semejante a él en lo olvidadizo de sus juramentos y en su elástica moral.
   No se entiende qué celebra la piara podemera, ni qué agradece el rebaño voxero-pepero.
  El trono que Franco devolvió a esta familia nefasta sólo ha servido para convertir una España unida, con la economía saneada, con el mayor índice de crecimiento económico de Europa y con plena soberanía monetaria, en la actual ruina de desunión, corrupción y miseria subordinada a los sanedrines de Bruselas.
  El Campechano comenzó sus andanzas entregando la provincia española del Sáhara a Marruecos a cambio de que los EE.UU apoyasen su coronación. 
  Instauró, con la ayuda de su celebrado compinche cuyo nombre detenta el aeropuerto de Madrid, un régimen que ha dado barra libre a los banqueros, especuladores, trileros de la política y separatistas. 
  Ha aplaudido y abrazado a declarados enemigos de España. Ha protagonizado un falso golpe de Estado con el que eliminó cualquier atisbo o posibilidad de patriotismo en el Ejército sustituyendo a militares por sumisos burócratas con uniforme. 
  El propio Ejército ha sido convertido en una simple fuerza auxiliar de los Estados Unidos. Hace mucho tiempo que el Ejército español dejó de defender los intereses de España para dedicarse a llevarle el botijo a los gringos en sus guerras de agresión.
  Como balance de su reinado no está mal la cosa, sobre todo teniendo en cuenta que tuvo en sus manos todo el poder para haber gobernado España y lo vendió a cambio de unos millones de euros para gastar en carísimas putas y borracheras.
   Que se vaya de España es algo anecdótico. Ni devuelve lo robado, ni cae la monarquía, ni nada cambiará sustancialmente en el régimen que padecemos desde 1978.
   Esto no es un exilio. Es la huida trapacera del que se marcha del puticlub sin pagar.   

J.L. Antonaya