Los talibán son intolerantes. Como las feministas y los progres.
Los talibán destruyen monumentos. Como los asaltatumbas revanchistas de la "memoria democrática".
Los talibán prohíben las diversiones y tapan el rostro de las mujeres. Como los tragacionistas covidianos y los mercachifles de vacunas.
Los talibán imponen su religión bárbara y sus costumbres medievales. Como los moros subvencionados que asaltan nuestras fronteras y viven de las ayudas sociales de nuestro erario.
Pero los periodistas de mascarilla y obediencia rastrera nunca han denunciado el salvajismo islámico de las lapidaciones de adúlteras en las corruptas monarquías del Golfo Pérsico, ni de las ablaciones de clítoris en nuestro vecino del sur, ni de las bandas de menas que violan a chicas españolas.
Los periodistas de bacín y propaganda globalista sólo se acuerdan de escandalizarse y asustarse ante el peligro islámico cuando los talibán han vencido y han expulsado de su tierra a la mayor maquinaria de guerra y rapiña del planeta.
J.L.Antonaya