El escenario podría inducir a creer que no hay vuelta atrás:
Un control absoluto de los medios de comunicación. Un gran porcentaje de la población aceptando gustosa la supresión de sus derechos más básicos. Una coacción y persecución sin precedentes contra cualquiera que cuestione mínimamente la dictadura globalista y sus terrores pandémicos. Unas fuerzas policiales convertidas en prepotentes esbirros del Pensamiento Único. Unos colegios de médicos vendidos a las presiones y sobornos del lobby farmacéutico. Una ideología hegemónica que propugna la reducción de la población y presenta como conquistas sociales los asesinatos de inocentes no natos o los de enfermos terminales. Unos tratamientos experimentales que están causando más víctimas que la enfermedad que presuntamente dicen combatir.
En pleno mes de agosto en Madrid, sin más publicidad que la modestísima difusión en nuestras redes sociales, una manifestación contra la inoculación obligatoria nos reunió a varios miles de personas que no estamos dispuestas a pasar por el aro dictatorial del Nuevo Orden Mundial.
En países con más conciencia política que la España Neonormal, las movilizaciones contra el apartheid sanitario están haciendo recular a los gobiernos más mamporreros del Globalismo.
Las multimillonarias campañas oficiales en favor de la inoculación de modificadores genéticos están encontrando más resistencia de la que esperaban.
Y les jode.
Por eso recrudecen la persecución contra los disidentes.
En otoño, la discriminación alcanzará cotas dignas de la época más dura del estalinismo. A los que no exhibamos el "pasaporte" acreditativo de nuestra sumisión, se nos prohibirá pasar a una cafetería, coger un avión o acceder a un puesto de trabajo. Los colaboracionistas más rastreros incluso piden que se nos niegue la asistencia médica si enfermamos.
No importa.
La saña y fanatismo de los tragacionistas no son sino los síntomas histéricos de su impotencia. Podrán encarcelarnos, perseguirnos o internarnos en centros de "reeducación", pero mientras haya un solo hombre libre que se plante ante sus chantajes y les diga "NO", estará quedando patente su derrota.
No van a ganar.
J.L.Antonaya