miércoles, 8 de septiembre de 2021

LA CAMPAÑA




Los que han realizado la última campaña para animar a que la gente se inocule el tratamiento experimental deben de ser los mismos que, al principio del gran experimento global, hicieron la de "Salimos más fuertes". Y la sensación de credibilidad que transmiten es la misma.
Pero lo más cabreante de esta propaganda no es lo burdo, simplista y engañoso de su mensaje.
Ni la manera en que oculta los cada vez más evidentes riesgos y efectos adversos del mejunje. 
Ni que los poco creíbles actores parezcan haber sido escogidos en un cotolengo y reciten su guión con una desgana que daría risa si no fuera patética.
Tampoco que el spot parezca dirigido a débiles mentales, algo habitual en cualquier propaganda del régimen surgido del birlibirloque del 78. Eso es algo a lo que estamos acostumbrados y que les funciona: Llevan cuarenta años tratando a la gente como si fueran ovejas y han convertido al pueblo español en un rebaño. 
No. Lo que de verdad cabrea de esta campaña es que esté financiada con dinero de nuestros impuestos. Dicen que, en China, la familia de los condenados a muerte debe pagar la munición con la que los apiolan. Esto sigue un esquema similar. 
Si en lugar de un panfleto para fomentar el miedo, la campaña informase de la composición, riesgos y virtudes del invento para que la gente decidiese libremente si se chuta o no, la cosa tendría un pase. 
Pero este cutre, tendencioso y cansino spot publicitario deberían pagarlo a pachas las multinacionales farmaceúticas, las opensocietys de Soros, el Vaticano, la Fundación de Bill Gates, el Club Bilderberg y la puta que los parió a todos. 
                                                                     
                                                                                             J.L.Antonaya