martes, 12 de octubre de 2021

LA MOJIGANGA UNIFORMADA

En ciertas festividades medievales, para relajar las tensiones de aquella sociedad fuertemente jerarquizada, se celebraban espectáculos bufos en los que, por un día, se invertían los papeles y roles del personal. 
Había, así, misas burlescas en las que se ataviaba a un asno con arreos de obispo o se emperifollaba con ropajes de noble a un gorrino. En esta tradición del cachondeo se enmarcan las mojigangas y farsas en las que se coronaba al bufón de la corte como rey por un día o se cedía la vara de alcalde a alguna prostituta célebre en el villorrio.
Aquellas celebraciones burlescas, llamadas Fiestas del Asno o de los Locos, fueron el origen de los Carnavales actuales.
 Lo que evitaba que esta momentánea subversión de los valores establecidos degenerase en anarquía o en decadencia, era la conciencia generalizada del carácter de broma pasajera de estos eventos. La prostituta investida como alcaldesa o el bufón coronado sabían que,al día siguiente, volverían a su realidad cotidiana. 
Sin esta aceptación generalizada, la alegría sana y festiva hubiera degenerado en obscena burla y en estupidez demente. En ese caso, la inversión de los roles dejaría de ser momentánea y pasaría a convertirse en un permanente disparate. 
Es como si, hipotéticamente, un Ejército cuya misión es garantizar la independencia y soberanía de España se convirtiera en una fuerza auxiliar y mamporrera del imperialismo yanqui en sus misiones internacionales. 
O como si, hipotéticamente, un Jefe del Estado, cuya misión debería ser liderar y garantizar esa soberanía e independencia, fuese un ridículo figurón luciendo en su solapa un símbolo de sumisión a las agendas globalistas. 
O cómo si, hipotéticamente, en el colmo del insulto y la burla al pueblo al que deberían defender y a su Historia gloriosa, los mamporreros uniformados desfilasen ante el figurón de la rosca multicolor y todo el mundo creyese que esa opereta es la celebración del Día de la Patria.
Hipotéticamente.
J. L. Antonaya