Igual que cuando disfrazan de ecologismo y preocupación por
“el planeta”-ese nuevo mantra- el hecho de que tengas que desplazarte en una
bici o en un ridículo patinete eléctrico. Igual que cuando te engañan
haciéndote creer que eres libre porque te dejan elegir entre la coca y la
pepsi. Tú ya me entiendes.
Pero no eres libre, precario. Porque la ignorancia siempre,
siempre, es esclavitud. Y te han convertido en un ignorante. Sí, ya sé que tus
padres se dejaron la piel para que hicieras un máster. Aquel máster que te iba
a abrir tantas puertas…Desengáñate: Esos jóvenes “emprendedores” que dan
lecciones para triunfar desde sus modernas oficinas de diseño pagadas por sus adinerados
papás, sólo te venden humo.
Esos charlatanes dos-punto-cero, con su media lengua plagada
de anglicismos, con su santurronería políticamente correctísima – empiezan
todos sus cursos y charlas diciendo “todos y todas”, qué buen rollo -, sólo
te venden mierda envuelta en oropel. Son como escritores de libros de
autoayuda, trileros del Rastro o vendedores de crecepelo pero sabiendo
pronunciar “training” “briefing” o “start-up” con acento de Silicon Valley. Un
puto timo.
Tengo una mala noticia para ti, precario: Eres un inculto. Y
no es culpa tuya. Los mismos que te convencen para que trabajes a cambio de un
sueldo de mierda, son los que te adiestraron para que desde pequeño supieras
manejar una videoconsola pero jamás te acercases a un libro. Los que te dieron
a entender que la Historia es lo que sale en las series de Netflix. -María
Estuardo era negra, es decir, o sea, afroamericana igual que Julio César-. Que el Cine es una peli cutre subvencionada
por el Ministerio de Cultura. Que la Escultura es una escobilla de váter
expuesta en ARCO o una viga retorcida en una rotonda. Que la Poesía son los
cansinos rebuznos de un rapero. Que la Tauromaquia- oh cielos, que horror-
no es un Arte y un rito de raíces milenarias sino que se trata de -oh,
parfavar- maltrato animal. Que los Expertos, así con mayúscula, son esos
afeminados que salen en las tertulias sentando cátedra sobre cualquier cosa
irrelevante.
Y tengo otra noticia mucho peor: Nadie te va a sacar las
castañas del fuego. Ya te has dado cuenta de que los partidos políticos son unas
bandas mafiosas cuyo principal objetivo es forrarse, colocar a los amiguetes y
vivir como arzobispos del cuento. - No es magia, son tus impuestos-.
Ya te has dado cuenta de que a los mal llamados sindicatos -los
cocougeteros de subvención, coche oficial y sueldazo de liberados- les importas
una mierda. Que, aunque un día al año salgan a la calle a vociferar un poco, no
dejan de ser las marionetas de la patronal para tenerte tranquilo y que te
comas la precarización -tu precarización- sin que te alborotes. Para que
no eches cuentas y compares lo que el Estado paga para el mantenimiento de un
delincuente juvenil importado de Marruecos - los niños de la Carmena,
pobrecitos- con lo que te pagará a ti cuando te quedes en el paro.
Ya te has dado cuenta de que para el Gobierno, la Oposición
y demás figurantes de la farsa, es más importante subvencionar el falso
victimismo de minorías marginales (pobres desquiciados que se sienten mujeres
aunque tengan más rabo que la Pantera Rosa, feministas psicópatas que abogan
por el exterminio de todos los varones…) que tus problemas para llegar a final
de mes, que las listas de espera interminables en los hospitales, que el
indecente aumento de la cesta de la compra, o que la seguridad en nuestros barrios, convertidos en feudos de bandas
juveniles hispanoamericanas ( ellos dicen “latinas”) o moras (ellos dicen “magrebíes”).
Ninguno de esas esperpénticas burocracias que los cursis
llaman “Estado de Derecho” va a mover un dedo por ti. Hubo un poeta que dijo: “Esclavo
es el que espera que otro venga a liberarlo”.
Se llamaba Ezra
Pound. También dijo que la Usura (ellos lo llaman “instituciones bancarias”) es
el cáncer del mundo. Lo encarcelaron y torturaron. Pero nunca se doblegó.
Ese poeta, como muchos hombres de su generación, creyó que
era posible una Europa mejor. Justa, grande, libre de banqueros. Y lo fue
durante un tiempo.
A lo mejor, precario, es hora de que empieces a descubrir
por ti mismo por qué los malos de las películas son siempre los nazis, los
fascistas o, en el cine español, los falangistas.
De que te quites las
anteojeras de la ignorancia que te han impuesto, de que abandones tu gregarismo
políticamente correcto y de que descubras que es posible una sociedad en la que
un trabajador puede mantener con su sueldo a una familia.
Un Estado que, en lugar de ser un títere de entidades supranacionales
y un nido de corruptelas al servicio de la Banca, sea el garante de tu
soberanía, tu identidad y tu dignidad.
Lee e investiga, precario. Organízate. Y lucha.
J.L. Antonaya