jueves, 13 de agosto de 2020

LOS TRILEROS DEL MIEDO

Parece que han pasado siglos, pero sólo hace unos meses que los cadáveres se amontonaban en tanatorios improvisados, las urgencias de los hospitales convertian el termino "tercermundista" en un piropo, los muertos se contaban por centenares diarios, médicos y enfermeras equipados con bolsas de basura a falta de mejor protección se veían obligados a seleccionar quién vivía y quién moría.

El siniestro payaso Simón hacía chistes sobre los muertos y mientras se dejaba morir a miles de ancianos por falta de camas se reservaba una planta entera de un hospital para que atendieran a Carmen Calvo. Partitocracia corrupta en estado puro. La apoteosis del régimen del 78.
Pero si uno ponía la tele, daba la impresión de que no pasaba nada. Las únicas imágenes de muertos eran siempre de otros países. Aquí la noticia era la última ocurrencia de alguno de los imbéciles que aplaudían en los balcones y seguían fielmente las consignas del Gobierno. Hasta hicieron alguna serie pretendidamente cómica sobre el confinamiento. 
Siempre lo supimos, pero hasta ese momento la verdad no se mostró en su obscena evidencia: en España no hay periodistas, sino propagandistas. Trileros y fabuladores al servicio del poder. 
Y al ver a los esclavos felices que aplaudían en los balcones y denunciaban a sus vecinos por pasear al perro, descubrimos la otra verdad, consecuencia de la anterior: el pueblo español, salvo honrosas excepciones, es un rebaño.
Ahora, cuando afortunadamente, ya no hay muertos ni colapsos, los trileros han recibido contraorden: nada de alegrías impostadas y de buenrrollismo vomitivo como en marzo y abril. Ahora toca acojonar a la peña y hablar de fantasmagóricos rebrotes y de "asintomáticos" 
Los asintomáticos son enfermos sin síntomas. Si lo que define a un enfermo son, precisamente, los síntomas, hablar de enfernos asintomáticos es como hablar de putas virginales, sátiros castos, arquitectura nómada, feministas sensatas, banqueros compasivos o políticos honrados. Contradictio in terminis.
Los telediarios hablan de miles de infectados. Las cifras reales reflejan que las muertes atribuidas al virus son muchísimo menores que las causadas por cualquier otra enfermedad. Pero el objetivo es mantenernos enfrentados entre nosotros, satanizar al que no se pone la mordaza, extender un estado permanente de miedo y desconfianza. Mantenernos acojonados y sumisos.
Así no protestaremos al ver que mientras millones de españoles estamos abocados a la miseria, se sigue fomentando y financiando la inmigración.
 No nos fijaremos en las corruptelas, cajas b y mamandurria de los podemeros.
 No protestaremos por las carísimas vacaciones del asaltatumbas.
Ni por el ejército de picoletos que protege la casa del Chepas.
Ni por los millones que se ha llevado Porky a su exilio dorado.
Ni porque se excarcele a la chusma que conspira para romper España mientras se encierra a patriotas por reivindicar la unidad nacional.
Y cuando estemos sumidos en la miseria y la quiebra, los gilipollas de balcón volverán a aplaudir disciplinadamente.
 Esta vez los aplausos serán para los usureros del Banco Central Europeo que nos arrojarán el mendrugo de un carísimo "rescate" a cambio de nuestra dignidad y nuestra libertad.
Y el que no aplauda será considerado un peligroso agitador. O, peor aún, un asintomático. 

J. L. Antonaya