viernes, 16 de octubre de 2020

PINTADAS DE VÁTER


Allá por el Pleistoceno, en la era pre-Facebook, pre-Twitter y pre-You Tube, la importante labor social que hoy desempeñan estas plataformas y redes sociales era cubierta por un método más rudimentario pero muy similar en temáticas, estética y objetivos: el interior de las puertas de los cagaderos públicos. 
Especialmente fecundas en contenidos eran, por un lado, las de los colegios e institutos y, por otro, las de algunos bares.
 En las primeras, sin llegar a ser un canal monotemático, abundaban las observaciones, rumores, proyectos y ensoñaciones sobre la figura de profesores y compañeros de aula con informaciones sobre sus conductas, rutinas y querencias erótico-festivas que, en ocasiones, no se ajustaban a la realidad: "Yolandita tiene un polvazo" "El de mates es maricón" "Maripili la chupa" o "Don José, el de Sociales, es un hijoputa" eran los antecesores de los actuales "posts" y "tuits".
En las de los bares, además de la publicidad sobre felaciones gratuitas acompañadas del correspondiente número de teléfono y de las manifestaciones artísticas, generalmente de temática genital y anatómicamente desaforada, abundaba la simbología política. 
Esta mescolanza de temas, mensajes e imágenes que todavía no se llamaban "grafitis", generaba unas interesantes composiciones dignas de figurar en antologías dadaístas. Así, por ejemplo, se podía contemplar junto a una hoz y un martillo de esquemático trazo, un pene descomunal o unas hiperdimensionadas tetas trazadas con rotuladores de diferentes colores.
También había, al igual que ocurre en Facebook, una abundancia de mensajes sensibleros, o directamente cursis: Corazoncitos con flechas y el nombre de la amada que, lamentablemente, el siguiente usuario del tigre solía ilustrar con retratos de la añorada dama en despatarradas y lúbricas posturas. 
Las puertas de los retretes constituían un canal de expresión y desahogo que tenía la misma trascendencia, relevancia y consecuencias que la mayoría de las publicaciones de las actuales redes: cero.
La principal diferencia entre las viejas pintadas de váter y las actuales publicaciones en muros y perfiles es que las primeras no sufrían la censura feroz de "verificadores", "newtroles", "Normas comunitarias" y demás inquisiciones de la Policía del Pensamiento que padecen las segundas.
 La otra diferencia era que la ortografía y sintaxis de las pintadas de los cagaderos eran de un nivel muy superior a las de muchos posts de ahora. Gracias a los Planes de Estudio democráticos e inclusivos hemos avanzado mucho.

J. L. Antonaya