sábado, 21 de noviembre de 2020

LA MARCHA VERDE EPISODIO II. DESEMBARCO EN CANARIAS


 

Cuando, allá por 1975, con Franco agonizante, su sucesor asumió interinamente el mando, muy pocos podían sospechar que el campechano Príncipe de España había tramado la entrega a Marruecos de la provincia española del Sáhara a cambio del apoyo norteamericano a la monarquía

El borbón era perfecto conocedor de la gigantesca operación urdida en logias, consejos de administración y sacristías para desmontar, a la muerte de Franco, el Estado nacido el 18 de Julio de 1936 y que había conducido a España a los mayores niveles de prosperidad y justicia social de su Historia.

 

Aquel enjuague que en la Historia oficial se conocería como "la Transición" aún no tenía delimitadas del todo sus líneas maestras. En el acuerdo entre las diversas cuadrillas, bandas y prelaturas para repartirse España como un botín todavía había cabos sueltos. Uno de ellos era concretar si la futura partitocracia conservaría en la Jefatura del Estado al sucesor designado por el Caudillo. 

Con su traición, digna de su antepasado Fernando VII, el futuro rey se aseguraba el nihil obstat del Gran Hermano Americano. 

El mismo Gran Hermano que había patrocinado el asesinato del Presidente de Gobierno en 1973 utilizando como mano de obra al separatismo etarra. 

El mismo Gran Hermano que apoyó la invasión de la provincia española del Sáhara por parte de la multitudinaria chusma que envió el Sultán de Marruecos en lo que se conocería como Marcha Verde. Esa chusma, además de las banderas verdes del Islam, enarbolaba la enseña de las barras y las estrellas.

Todos sabemos cómo terminó aquello. España abandonó a su suerte parte de su territorio nacional sin disparar un solo tiro. Marruecos invadió el Sáhara y sometió al pueblo saharahui sin que nadie le tosiese. 

Hoy, cuando España atraviesa otra de las etapas más tristes de su Historia, gobernada por la coalición de sus peores enemigos, parece estar gestándose una segunda parte de la misma película. 

Las mafiosas oenegés negreras están haciendo desembarcar en Canarias miles de pateras repletas de africanos.

 Aunque la propaganda oficial pretende que se trata de masas famélicas de refugiados que huyen de no se sabe muy bien qué guerra, lo cierto es que en esas pateras no hay mujeres, niños ni ancianos hambrientos, sino fornidos mocetones en edad militar provistos de modernos teléfonos móviles. 

Suponemos que los teléfonos y el resto del equipamiento se lo proporcionan las siniestras mafias negreras como Open Arms y demás negocios patrocinados por Soros y sus secuaces globalistas.

A nadie se le escapa que el trasfondo de esta operación se enmarca en la gran sustitución de la población europea por masas extraeuropeas -Kalergi dixit- dispuestas a aceptar condiciones laborales impensables para los trabajadores europeos.

Resulta revelador que toda la patulea dirigente, desde los más piojosos podemeros hasta los más rapaces banqueros se deshagan en alabanzas hacia esta invasión.

 A nadie parece escandalizar que los morenos sean alojados en hoteles de lujo con cargo a nuestros impuestos y que sean transportados en avión a la Península para empadronarlos en nuestros municipios y obsequiarlos con todo tipo de ayudas sociales y subvenciones. Al fin y al cabo, todos sirven al mismo amo. 

Pero el paralelismo con la Marcha Verde es cada vez más escandaloso. Ahora el Gran Hermano no es el imperio USA sino una fuerza más poderosa: La finanza internacional que, aprovechándose de una pandemia que parece diseñada a medida para hacer realidad los sueños más húmedos del globalismo, pretende terminar con los Estados nacionales, último obstáculo para la implantación de un Gobierno Mundial de Usureros.

 Que las Canarias sean cedidas a Marruecos sólo sería un pequeño trámite, casi anecdótico, para los poderes que están detrás de esta gigantesca operación de ingeniería social a nivel planetario. 

J. L. Antonaya