domingo, 29 de noviembre de 2020

PRÓXIMO ESTRENO: DE LOS AUTORES DE "PONTE LA MASCARILLA" LLEGA "VACÚNATE Y CALLA"·

 



El plan globalista se aproxima a su segunda fase: Tras conseguir la sumisión de la población mediante la manipulación del miedo al virus, ahora preparan el terreno para imponer la vacunación a nivel planetario.

Ya empiezan a aparecer referencias en la prensa del Sistema sobre las estrategias para "convencer" a los que nos neguemos a hacer de conejillos de indias en el gran experimento de ingeniería social.

No hay que ser un lince para anticipar lo que harán.

 En la mejor tradición hipócrita del liberalismo progreta, proclamarán que la vacuna no puede imponerse por la fuerza, faltaría más, pero quien se niegue a pasar por el aro tendrá que afrontar las consecuencias. 

No podrá trabajar porque todas las empresas exigirán el certificado expedido por el Gran Hermano de turno. Posiblemente tampoco podrá viajar porque para coger un avión o un tren también será obligatorio haberse sometido a la inyección o supositorio que nos ordenen. 

Pero quizá la coacción más potente sea la exclusión social utilizando a los propios borreguetes ya sometidos: Esa masa de imbéciles que hace unos meses aplaudía en los balcones desde su encierro mientras nuestros mayores morían por millares debido a la desatención, el abandono y la negligencia de los políticos.

 En el mejor estilo soviético, los Gobiernos consiguieron transformar a los palmeros de balcón en una Stasi que denunciaba a los que salían a pasear al perro o intentaban burlar de alguna manera el abusivo, inútil y tiránico confinamiento. Desde las tribunas de adoctrinamiento de los telediarios y tertulias se presentaba a los delatores como "ciudadanos responsables".

 No hay nada más rentable para cualquier tiranía que convertir en guardianes a los propios prisioneros.

Uno de los logros propagandísticos de la banda de Sánchez y el Chepas ha sido culpabilizar a la población de los errores, cagadas y canalladas cometidos por el Gobierno en la gestión de la crisis sanitaria. 

Una campaña especialmente repulsiva en su cinismo es la de prohibir las celebraciones navideñas mostrando como responsables de la muerte de nuestros ancianos a los que se salten la prohibición de festejar la Navidad junto a sus seres queridos. 

Hay que buscar a un culpable para cargarle el muerto de la pandemia y así descargar de responsabilidades a los simones y demás payasos tuercebotas que han gestionado el asunto. El culpable hasta ahora ha sido el que no llevaba mascarilla. A partir de ahora, el apestado al que se linchará mediáticamente será el que se niegue a ponerse la vacuna.

El que se niegue a pasar por el aro será estigmatizado como "negacionista", que es la nueva forma de descalificar y criminalizar a los disidentes.

Da igual que la supuesta eficacia de la vacuna sea más que dudosa o que los propios mercachifles del holding farmaceútico no confíen demasiado en la seguridad de sus bálsamos de fierabrás. Es revelador que pidan inmunidad legal frente a las demandas por los efectos de sus potingues.

Con la vacuna que enriquecerá a la industria farmaceútica ocurrirá lo mismo que con la Usura internacional que se aprovecha de la quiebra de sectores enteros de las economías nacionales: serán aplaudidos como salvadores por una chusma lobotomizada por la propaganda oficial.

Ni en los sueños más húmedos de Soros, Gates o el FMI podría diseñarse una jugada más rentable: nos están convirtiendo en esclavos que se endeudan para pagar sus propios grilletes y encima están agradecidos.

 El apabullante dominio de los medios de comunicación por parte del globalismo, hace prever que, cuando se empiece a reprimir cualquier tipo de desobediencia, las propias víctimas de la dictadura volverán a aplaudir a sus carceleros y matarifes.


J.L. Antonaya