Las palabras del enemigo son el estertor de una civilización envenenada y moribunda. Las nuestras son poéticas consignas de combate para un renacer futuro y luminoso.
El enemigo habla con eufemismos cobardes y malévolos. Su farfullar mediocre, pleno de cursilería pedante, suena a nuestros oídos como una ventosidad hedionda y molesta.
Cuando el enemigo dice , "migrante", "ecosostenible", "inclusivo", "globalización" o "multicultural", nosotros sabemos que en realidad dice "invasión", "estafa", "dictadura" y"genocidio".
A las palabras oscuras y venenosas del enemigo nosotros oponemos palabras de esperanza, combate y belleza.
Cuando dice "secesionismo", nosotros respondemos "Patria". Cuando dice "constitucional", nosotros respondemos "Nacional". Cuando dice "mercados", nosotros respondemos "Justicia". Cuando dice "virus" o "climático" nosotros respondemos "Libertad". Cuando dice "tolerancia" o "tranquilidad" nosotros respondemos "Revolución".
J. L. Antonaya