lunes, 4 de noviembre de 2024

AHORA, NO AFLOJAR

   Ahora, tras las protestas y abucheos de Paiporta, el Patio de Monipodio constitucional está nervioso. Han visto que, a pesar de su asfixiante dominio mediático y de su cada vez más histérica censura, el pueblo español está harto de su incompetencia, corrupción y mentiras oficiales.

   Ahora, cuando empiecen a ser trágicamente evidentes los miles de muertos, los miles de familias arruinadas y la carencia de ayudas oficiales suficientes, los medios de desinformación empezarán a falsear la realidad y a maquillar obscenamente las evidencias de su incompetencia criminal. Tienen experiencia reciente y plandémica para hacerlo.

   Ahora, ya han empezado a criminalizar a los patriotas que, ante la inacción de las instituciones, se movilizaron para ayudar a las víctimas de la catástrofe.

   Ahora el Sistema azuza a sus plumillas, voceros y estómagos agradecidos para desacreditar a los españoles que alzaron la voz y para vendernos, una vez más, la mula coja de la "moderación" y demás martingalas constitucionalistas. Muchos se tragarán esa píldora pero, en un medio plazo, el Régimen del 78 empezará a no poder ocultar que está agonizando.

   Ahora, de nosotros depende en gran parte acelerar la demolición de este Sistema nefasto.

   Ahora hay que evitar que la indignación de los patriotas se quede en reclamar un simple cambio de siglas en el Gobierno, sustituyendo al psicópata asaltatumbas por el sangrehorchata globalista, ese payaso tonto del dúo tragicómico que a veces finge ser la oposición.

   Ahora toca dejar claro que el problema de España no es una cuestión de partido, sino de Régimen. Que no basta con quitar el poder a esa banda de ladrones llamada PSOE para sustituirla por otra banda llamada PP. Que hay que demoler ya toda la tramoya partitocrática y todas sus burocracias corruptas, desde la monarquía hasta la última taifa autonómica.

   Ahora toca unidad de acción y no aflojar. Que no pase como con las protestas de Ferraz, desactivadas a golpe de meapilismo y esperpento.


J.L. Antonaya